El carácter, que determina en gran medida nuestra trayectoria personal y profesional, transita entre dos
polos opuestos y complementarios: la introversión y la extroversión. Todos nosotros nos situamos en algún punto entre
esos dos conceptos. La clave para maximizar nuestros talentos está en emplazarnos en la zona de estimulación más
adecuada a nuestra personalidad. Así, los introvertidos se sentirán más vivos, más activos y más capaces en ambientes
tranquilos, mientras que los extrovertidos ansiarán la estimulación.