No hay padre o madre que no haya gritado a su hijo, agotado tras innumerables intentos de hacerse oír. Sin embargo, ¿gritamos para que nos obedezcan o, precisamente, porque no conseguimos que nos hagan caso? Lo cierto es que perdemos el control con nuestros angelitos porque las relaciones de autoridad tienen que ver tanto con nuestra capacidad para ocupar el lugar que nos corresponde como con nuestra necesidad de ser queridos.
Gisèle George desdramatiza la situación y propone a los padres herramientas sencillas y eficaces que permiten sentar las bases de una autoridad sana. A partir de situaciones tan frecuentes como ?Le grito pero acabo cediendo? o ?Si le castigo me siento culpable?, ofrece un diagnóstico para cada una de ellas y presenta soluciones prácticas y sencillas de aplicar.