Iria Fariñas nos invita al balcón de su costillar florido para morder, más de cerca, la sangre que deviene en semilla, el árbol familiar del fantasma que sopla su deseo por los cuatro puntos cardinales, una mística moderna que señala con el índice la medianoche del temor y el gozo, salto de fe hacia el vacío que engendra dioramas de color y movimiento y bilis y saliva y herida sin puntar, herida explícita de los mundos diminutos, del oxígeno inconmensurable…
AURORA H. CAMERO
Estas niñas que son a la vez madres que son a la vez hechiceras que son a la vez todas nosotras y se hacen eco de nuestros deseos más salvajes, nuestros miedos más negros, nuestra rabia más violenta, nos invitan nos obligan, nos imploran que las acompañemos y que nos unamos a esa danza macabra frente al fuego, descalzas y con los pies arropados por la nieve y el frío.
ALEJANDRA BLANCA
En chino decimos women para decir “nosotras”: añadimos al ?wo (“yo”) el ? men que forma el plural, un pictograma que imitan unas puertas (abiertas/cerradas dependiendo del ángulo). Os/nos veo en las puertas de ese templo, y como naturaleza que somos desobedecemos el acto de desobedecer.
PALOMA CHEN