Primer puesto entre los bestsellers de New York Times.
Vivimos en una cultura que nos enseña a anhelar el éxito y labrar una carrera deslumbrante, pero que da poco aliento a la humildad, la compasión y la honestidad, indispensables para forjar el carácter y cultivar nuestra vida interior.
En El camino al carácter, partiendo de la clasificación de la naturaleza humana en Adán I y Adán II establecida por el rabino Joseph Soloveitchik, el periodista y profesor universitario David Brooks distingue lo que meramente nos lleva a buscar el reconocimiento de forma utilitarista y su difícil conciliación con un planteamiento moral que nos impulse a crecer en profundidad, con reciedumbre y sabiduría.
Brooks dedica el grueso de su libro a retratar a un heterogéneo grupo de hombres y mujeres que, sin ser perfectos, practicaron un modo de vida ahora insólito, como san Agustín, Dorothy Day, Ida y Dwight Eisenhower, George Eliot, Samuel Johnson, George Catlett Marshall, Michel de Montaigne, Frances Perkins, A. Philip Randolph o Bayard Rustin, en la esperanza de convertirlos en ejemplo vital, puesto que lo que todos ellos tienen en común es que eran plenamente conscientes de sus debilidades y libraron una lucha interior de la que emergieron con una relativa dosis de respeto a sí mismos y una impresionante coherencia interna.