Por lo general, y lo más saludable —pareciera—, es que todo libro se presentara como una apuesta, como un salto al vacío que, al decir de Hölderlin, se convirtiera en vuelo. Patricio S. Alejandro, en Artefactos para trazar un sueño, reúne materiales que conforman una pradera, una gran extensión de realidad. La geografía se enmaraña y la óptica nos ofrece una visión descentrada donde se da un contagio entre la voz y lo contemplado a través de un registro que, lejos de discriminar, lo exige todo. Vamos de asombro en asombro hasta caer en una red que nos salva; pero el vuelo y la conciencia de la caída nos enfrentan a un horizonte donde la perplejidad colorea el paisaje, ese sueño lleno de tanta realidad.
JOSÉ JAVIER VILLARREAL