Entre despegues y aterrizajes, los personajes de esta colección de cuentos tienen tiempo de perder el corazón, la razón, el hogar, la familia, el amor. Igual de desorientados que otros personajes característicos de la narrativa de Gonzalo Calcedo, se alojan en hoteles ruinosos, conducen por carreteras sin nombre o asaltan propiedades privadas con la alocada facilidad de quien desobedece las normas por principio. Su dudoso propósito es acabar reconociéndose a sí mismos en un espejo retrovisor o en el reflejo de una ventana.
Hablamos de ángeles sin brillo, perdedores extraviados en esos «no lugares» que son los flecos y esquinas de nuestra sociedad. La mirada del autor, siempre piadosa, aligera sus culpas y entrelaza sus manos porque el miedo, al final, es mejor gestionarlo en compañía de otros.