El tiempo es una babosa
que agujerea
todo lo verde, lo brillante.
Como un animal pequeño, Carol Milkewitz se acerca a los recuerdos de manera casi imperceptible y los captura en este poemario. A través de los agujeros del paso del tiempo, observa la casa de la infancia —cuando todas las flores del jardín estaban vivas—, la adolescencia con amigas que se enamoran de chicos pecosos y la transición a una adultez en la que las telarañas crecieron. Este viaje poético explora la identidad, la belleza, la nostalgia, la transformación y la aceptación.