Dios ha comenzado a albergar dudas sobre la capacidad de la humanidad para vivir una vida piadosa y alcanzar la salvación en la tierra. Si los seres humanos son realmente incapaces de alcanzar la salvación, entonces se cerrará el Infierno y se descartará a la raza humana como un error desafortunado. A Satán se le da la oportunidad de demostrar lo contrario: si logra vivir una vida decente y recta como hombre, el Infierno sobrevivirá. Así, este acaba viviendo en la Tierra como Jürka: el inquilino de una ruinosa granja estonia. Su paciencia y buen carácter se ven duramente puestos a prueba por las maquinaciones de Ants —el propietario sin escrúpulos de la granja— y la hipocresía social y religiosa que encuentra.
Al representar al Diablo, Tammsaare se inspira en el folclore estonio, donde el Viejo Diantre es un tipo tonto y crédulo a menudo engañado por el astuto y malicioso granjero Ants. Sin embargo, en la versión de Tammsaare, Ants se ha transformado en un tortuoso explotador capitalista que engaña al Diablo —el Viejo Diantre— para convertirlo en su siervo, robarle los frutos de su trabajo y, finalmente, el de su familia y sus hijos. Así, Jürka —o el Viejo Diantre, o Satán— cada vez tiene más difícil adaptarse a las costumbres corruptas de la sociedad moderna y, por tanto, redimirse.
La novela combina una aguda crítica social, mitología popular y especulación teológica con realismo rural y mágico, lo que la convierte en un clásico perdurable de la literatura europea.