Roma, 23 de diciembre de 1834. En una tarde ligeramente nublada, de un frío
intenso, dos jesuitas recorren las calles con dirección al domicilio del
matrimonio Hamerani. Han sido llamados por estos para tratar a Veronica, su
hija adolescente, asaltada desde hace días por el demonio. Comienza
entonces un exorcismo que se prolongará durante seis meses.
Casi doscientos años después, la historiadora Fernanda Alfieri descubre un
documento olvidado en el Archivo General de la Compañía de Jesús: el
Exorcismo de Veronica Hamerani, considerada posesa. De esta forma se inicia la reconstrucción
del proceso, sobre el que se urde un tapiz que evoca la Europa de la
Restauración, aún no del todo emancipada del Antiguo Régimen, en la que la
mujer vive subyugada bajo el poder familiar, eclesiástico y médico.
Veronica y el diablo es una obra extraordinaria y rigurosa, de una
escritura envolvente y depurada que se mueve entre la historia de la
espiritualidad, la historia de los géneros y la psicología social, y que se
lee con la tensión de un relato gótico.