Escribir como forma de subsanar lo inevitable de la muerte o mejor aún, escribir poesía como posibilidad única de saberse vivo, con voz, con cuerpo: con un sitio en el mundo. Presente y futuro se unen en la caída, en el traspié, en el irse de bruces al tropiezo con la piedra primera (magma verbal, polisemántica: solidifica en verbo y esquirla en versos). Fracasar mejor de Martín Rangel Noguez habla de ello, de las fallidas glorias, del tragar tierra a bocanadas de humo y sangre para hablar desde arenas movedizas y una cúspide que se desmorona. Si todo poema es acto de sobrevivencia, maquinaria para salvar la cabeza de la daga del sultán, en este volumen se baila, como en la página en blanco, la danza de una materia activa que desafía al tiempo por el goce puro del devenir de la forma.
ROCÍO CERÓN