Es este un libro insólito, escrito y reescrito durante veinticinco años, por el que atraviesa el fin del pasado siglo XX, el principio de este, y las tres últimas crisis socioeconómicas, incluida la inesperada pandemia. Un libro sin concesiones; ni a las modas poéticas del momento, con una constante referencia filosófica y literaria trasversal y cosmopolita; ni al lenguaje fragmentario que ahora está en boga, más bien al contrario, con una elaboración constante del poema y el lenguaje lleno de sugerencias y niveles de lectura; ni en temas, siendo el de la libertad, sin etiquetas ni estereotipos, el más importante de todos. Musa Insumisa pendula en el mismo concepto de libertad humana, si esta es posible, decantándose por la libertad cervantina, que estriba en comprometerse con un mundo lleno de gigantes que son molinos de viento, y donde la palabra poética y la imaginación resultan la única y mínima parcela de libertad real que pueden conquistar los seres humanos. La reflexión sobre la naturaleza misma del hombre, y si está en nosotros llegar a ser mínimamente libres, frente a la voz civilizadora y a la vez domesticadora de la gran ciudad, de la urbe. Figuras arquetípicas, mitológicas, heroicas, en una megápolis, Madrid, en este caso, pero que puede ser cualquier gran ciudad, que reta como las sirenas a los seres humanos a encontrar su voz o a perderla en el asfalto. Conceptos como el de patria, frontera, nacionalidad, que son llevados a la introspección más íntima, y convertirlos en meditación sobre la necesidad de pertenencia e identidad como grupo, como sociedad, como especie.