Carlota tiene trece años. Empieza el verano en su urbanización, un pequeño reino de cien casas en un pueblo de la Costa Dorada. Llegan los vecinos, se levantan las persianas. Vive con su hermano, sus padres y su abuelo, pero está sola —siempre lo está—. Desearía no ser vista, pasar inadvertida: su único amigo murió dos años atrás. Todo cambia para ella, sin embargo, cuando conoce a Olivia y a Andreu, sus nuevos vecinos.
La infancia, la amistad, el duelo, la sexualidad, la sociedad de los años ochenta, el nacionalismo y la violencia de género son algunos de los temas que acompañan, con ternura y con humor, su asombrado encontronazo con la vida.