Ciudad, me has vencido usa referencias de cotidianidad y mundos prosaicos que se mezclan con los poéticos para honrar un discurso que no se deja domesticar, pero que impasible ante su propósito de exaltación poética resuena nítido, exacto y dueño de un algo sin nombre en el español para lo que se ha designado en el arbitrio de lo que es tan sagrado como maldito. La poética de Neal Moriarty en este libro se asume y se desarrolla como un proyecto de alto riesgo, porque supone, ante todo, bajar la bandera, desarmar, mostrar la fragilidad; cuestiones estas que no son otra cosa que exponer las imposibilidades del ser (un) humano, porque se ha sido partícipe de una revelación que se resuelve a través de la creación, llevada aquí, hasta sus últimas consecuencias. El ser-poeta, al verse desnudo, se arropa con el lenguaje para hacer de este y con su cuerpo, su única morada, cruda y dolorosa, para trascender.
LUCIANA MESTANZA