La alambrada de un recinto en un zoológico: a un lado, un lobo tuerto; al otro, un niño con el ojo cerrado. Se miran fijamente. Por el ojo del lobo desfilan Alaska, la aventura, la huida desesperada de los hombres. En el ojo del niño está África, el incendio, la supervivencia, el guepardo y el dromedario que soñaba... Así es como sabrán de sus vidas y se harán amigos para siempre.
Un clásico intemporal de Daniel Pennac. Una oda a la naturaleza y la amistad entre humanos y animales.