Como si de un manto real del mundo extendido se tratara. Una mirada que se centra en un otro, ambiguo, falso, verdadero, entrevisto, fugaz. Un manto terso, casi un sudario, un mapa de coordenadas exactas, de silencios precisos, de los agujeros que, únicamente un vacío programado, es capaz de lograr. Un lenguaje tan concreto y exacto, que abarca, en su categoría de manto real, tiempos y espacios sucesivos, exilios y arraigos, atrapados en la propia nada, propia de alguien que no pertenece a ninguna instancia, salvo a la poética.
Lena Retamoso lo sabe, lo traza, lo ejecuta.