José Manuel del Río plasma su experiencia como abogado penalista en un thriller que nos muestra que, a veces, las víctimas pueden ser una incógnita tan grande como los verdugos.
«Disparar a alguien significa quitarle lo vivido y lo que le queda por vivir, pero dispararle a una niña significa que se puede disparar a cualquiera».
Verano de 2019, sur de Madrid. Las calles del barrio están acostumbradas a los cuerpos destrozados, a la violencia de la prostitución y las drogas, e incluso a las peleas que causan la pérdida de aliento. Pero esta vez es distinto. Con un disparo a bocajarro, los sueños y las esperanzas de Carla, una chica de catorce años, han desaparecido para siempre.
Un equipo de la Policía Judicial y la familia de Carla se hacen la misma pregunta: ¿Por qué en un lugar donde todo el mundo es culpable de algo han matado a la única persona inocente? Sin embargo, ambos emplearán métodos muy diferentes para encontrar una respuesta y, finalmente, al asesino.
Los secretos del pasado resurgen en el presente en esta novela llena de personajes inolvidables a los que quizá el lector pueda salvar, pero no la ciudad. Aquí, Madrid no perdona un alma.