Una ventana abierta al lado más oscuro del Kremlin de Putin.
El asesinato del antiguo miembro de la Inteligencia rusa Alexánder «Sasha» Litvinenko en noviembre de 2006 #envenenado con polonio, un raro elemento radiactivo# causó un gran impacto internacional. Al cabo de pocas semanas, el ex espía, de solo cuarenta y tres años y en buena forma, yacía demacrado, calvo y moribundo en una cama de hospital, víctima de una «bomba nuclear en miniatura». La sospecha recaía en el FSB ruso, sucesor del KGB, y en el régimen de Putin. Pero ¿qué pasó en realidad? ¿Qué sabia Litvinenko? ¿Por qué lo mataron?
Marina Litvinenko, su viuda, y Alex Goldfarb, su portavoz y amigo íntimo, son quienes mejor conocían al auténtico Alexánder Litvinenko y todo lo que rodeó su asesinato. Su fascinante relato arroja luz no sólo sobre estos extraños y perturbadores sucesos, sino también sobre un conflicto político impensable tras el fin de la Guerra Fría.
Desde que, en 1998, denunció al FSB por haberle ordenado el asesinato del magnate Boris Berezovski, Litvinenko había dedicado su vida a desvelar los más oscuros secretos del FSB. Tras una dramática huída a Londres con la ayuda de Goldfarb, pasó seis años investigando y profundizando en una sucesión de escándalos, entre otros, la muerte de oligarcas y periodistas, y denunció sin vacilar la implicación de sus antiguos jefes.
Muerte de un disidente se lee como un thriller politico, si bien su historia es más sorprendete que la de cualquier novela.