José Hierro es uno de los poetas españoles del siglo XX con una cosmovisión más personal. Casi todo
en su poética se vincula de forma directa o indirecta con el movimiento, con el dinamismo. Por eso
su enfoque de lo rítmico adquiere tanta complejidad y he ahí asimismo la raíz de que la música y las
figuras vinculadas a ella constituyan referencias claves en su poesía. En Hierro, ritmo y vida van siempre
de la mano. Estamos sin duda ante un poeta que hizo del conflicto un motor de expresión, mediante
el que bombeaba energía a todos los planos del lenguaje: el fónico, el sintáctico y el semántico.
La imagen del ritmo como sangre del poema, cuyo alcance investiga este ensayo, ayuda a comprender
en qué consiste la clave de bóveda de este universo poético, qué importancia tienen “las palabras vivas”.
Lorenzo Oliván (Castro Urdiales, Cantabria, 1968) se licenció en Filología Hispánica en la Universidad
de Oviedo. Es autor de los libros de poemas Visiones y revisiones (Premio Luis Cernuda), Único
norte (1995), Puntos de fuga (Premio Internacional Fundación Loewe, 2001), Libro de los elementos
(Premio Internacional Generación del 27, 2004) y, en la editorial Tusquets, Nocturno casi (2014, Premio
Nacional de la Crítica 2015 y I Premio de las Letras Ciudad de Santander), Para una teoría de las distancias
(2018) y Los daños (2022). Reunió sus libros de aforismos y fragmentos poéticos en Dejar la
piel. Pensamiento y visión (2017). Ha traducido a John Keats y a Emily Dickinson. Fue coeditor de Espacio
Hierro. Medio siglo de creación poética de José Hierro (2001). Codirigió la revista de literatura y
arte Ultramar y es responsable de la edición de tres volúmenes de Poesía con Norte. Los poetas y sus
poéticas.