Hay un prejuicio que merece ir directo al basurero de los estereotipos: el de que el Tarot predice el futuro. Si escuchamos con atención la historia que nos cuenta el Tarot, comprenderemos que las imágenes simbólicas inscritas en las cartas nos permiten más prever nuestro futuro que predecirlo... También en este caso, el Tarot parece estar lleno de sabiduría, en la medida en que, respetando nuestra libertad, no nos encierra en la fatalidad de un destino que habría dibujado la mano de un maestro en no sé qué cielo, sino que nos invita a tomar conciencia de las situaciones, de los problemas presentes, para guiarnos de manera progresiva, paso a paso, hacia la realización de nuestro futuro. De hecho, el Tarot predice el presente, nos lo muestra en todos sus estratos, un poco como haría un arqueólogo. Nos permite sumergirnos en este presente, localizar sus raíces, conectar con él, nutrirnos de una tierra fértil. Además, y que me disculpen los etimólogos, ¿no podría ser la palabra terreau [terreno fértil] el verdadero significado original de la palabra tarot?
A través del cuestionamiento que propone, el Tarot nos facilita el camino hacia la salud del cuerpo, del alma y del espíritu. Por eso, además de filósofo, el Tarot es también terapeuta.
En cualquier caso, para el terapeuta es un apoyo ideal, una herramienta de reordenación muy práctica.
GEORGES COLLEUIL