Saber lo que nos hace únicos como especie ha sido, desde la antigüedad, una preocupación constante en la reflexión filosófica. Para algunos pensadores, lo que nos hace humanos es el lenguaje, para otros, es el raciocinio lo que nos distingue de otros animales, o el arte, o la música o también la religión. Los avances científicos han sido decisivos para acercarse a un análisis más riguroso y preciso de la naturaleza humana, basado en evidencias y no tan solo en especulaciones. Pero en estos análisis se olvida con frecuencia que nuestra naturaleza es el resultado de un doble proceso formativo: la evolución y el desarrollo. Gracias a la evolución, se originó nuestra especie, recorriendo transformaciones durante millones y millones de años. La evolución nos señala la vinculación y, a la vez, la diferencia con otras especies animales. Por otro lado, gracias al desarrollo, un recién nacido indefenso e inacabado se convierte en una persona adulta. El desarrollo nos permite entender cómo se fragua y consolida nuestra naturaleza humana. La perspectiva adoptada en este libro parte precisamente de esta premisa: para s