El ingeniero había salido de la central a las 19:45, en su Seat 131 de color blanco. Nunca llegó a casa. A las 21:30, se recibió una llamada en la delegación en Bilbao del diario Egin. «Tenemos a Ryan, de Iberduero», dijeron. Comenzó entonces una morosa semana de angustia y esperanza, cuyo desenlace pasaría a formar parte de la historia de la infamia. Desde aquel tiempo mi madre, al despertarse los sábados por la mañana, oía el ruido de una segadora. La maquinaria del mundo se ponía en marcha con un ronroneo estremecedor, que le hablaba de aniquilamiento y desolación como ningún elaborado soneto o discurso pudiera hacerlo. Pero solo existía ya dentro de su cabeza: hacía años que José Mari había dejado de cortar la hierba de su jardín.
Mediante una poderosa combinación de ficción alegórica y crónica autobiográfica, El ruido de entonces se adentra en los trágicos hechos que acontecieron alrededor de la central nuclear de Lemoiz. El secuestro del ingeniero José Mari Ryan, vecino y amigo de la familia del autor, constituye su elemento central. Junto a la pretensión inicial de contar la historia de un hombre inocente atrapado en una encrucijada, del relato irá aflorando una convicción: la necesidad de recuperar los recuerdos dolorosos de entonces, para que entre todos convirtamos a la memoria en guardiana de nuestro futuro.