En los 58 años que Benito Pérez Galdós pasó en Madrid, desde su llegada en 1862, la ciudad sufrió una enorme transformación: duplicó su población y pasó de ser una urbe del antiguo Régimen a una ciudad moderna. Testigo privilegiado de ese cambio, el gran novelista español peinó las calles con su pluma, dejando constancia del paisaje y paisanaje urbano en cada una de sus obras. José Esteban se centra ahora en los denominados «barrios bajos», los del madroño, aquellos más alejados del oso, que vive desde la Plaza Mayor para arriba: la calle de Toledo, la del Almendro, el Manzanares, El Rastro… En ese viaje galdosiano le acompaña el fotógrafo Antonio Tiedra, para dejar huella gráfico de ese recorrido literario.