Un libro que ya se ha convertido en un referente para todo aquello que está relacionado con el celador y sus funciones específicas laborales.. El término celador, para definir esta profesión y a quién la realiza, está obsoleta, no coincide con su definición, el celador ya no solo vigila o cela, sino que su campo de acción se ha ido ampliando, es un híbrido entre el personal sanitario y el administrativo, igual transporta enfermos y documentos, que desplaza grandes pesos; lo mismo da citas por ordenador que hace una tarjeta SIP, pero el reconocimiento a su labor es oscuro y silencioso. En la forma, el celador es un/a chico/a para todo, situado en el último eslabón de la cadena sanitaria, del que todos se sirven y en el que algunos se escudan para enmascarar deficiencias de una mala organización o esconder errores. En el fondo, constituye un pilar básico, en el que se sustentan todo tipo de acciones, que tratan de dar cobertura a un objetivo común, el paciente, del que van a ejercer de cordón umbilical durante su estancia en la Institución Sanitaria. Recibe al enfermo en momentos en que la fragilidad de ánimo es elocuente debido a la ausencia de salud, siendo dicha acogida el primer gesto terapéutico que va a recibir, y del que van a brotar una serie de sensaciones que van a poner de manifiesto la personalidad de nuestra profesión y de nuestro centro de trabajo