A diferencia de un mundo que asocia la belleza con lo ?efímero? o ?lo terso?, en la arquitectura y en la poesía, en las redes sociales, Ramón Cote nos recuerda en este libro la aspereza de las cosas cotidianas. Cada poema habla de un escritor que ha combatido sin reservas con su pasado, para volver a habitar en ?un presente continuo?. Es un hito para su propia poesía. El poeta de las pinturas y los vestigios ha ocupado finalmente el centro del cuadro. También estamos hechos de casas demolidas y oportunidades perdidas, parece decirnos, de excavaciones solitarias en la última caja de las mudanzas, de un brillo en las ventanas donde estuvo algún día la felicidad. Y de un poema a sus hijas encontrados en los papeles. Y de amigos y parientes que ya no están. O de viajes y lecturas en que por un momento hemos rozado la experiencia de lo sagrado. Esas felicidades clandestinas que están reservadas para la ciudad de los solitarios, esos que fueron reyes por un día, celebrando el cumpleaños en el último rincón de la oficina; los hombres o mujeres que ya nunca estarán en la portada de una Vanity Fair, pero a los que les fue dada la poesía de los días. Ramón Cote es uno de los mejores poetas colombianos de la actualidad, y este es su libro de mayor intimidad y ternura.
Santiago Espinosa