Confesión de ignorancia o de carencia de palabras, el no sé qué goza de una larga tradición, que abarca desde el mundo latino hasta la Europa moderna, y atraviesa la mística y la retórica, la psicología y la filosofía, la producción poética y la prosa.Como expresión de una vivencia en los límites de lo decible, el no sé qué (je ne sais quoi francés o non so che italiano) ha dado pie a brillantes reflexiones, diálogos y tratados. De manera especial, entre los siglos XVII y XVIII, con las aportaciones de Bouhours, Leibniz, Feijoo, Marivaux o Montesquieu, el no sé qué concitará a su alrededor los conceptos más importantes con los que irá configurándose la estética moderna de la que somos herederos. Sentimiento, gusto, gracia, simpatía, soltura, sorpresa, delicadeza, encanto, arte o naturaleza, son nociones que recorren esas zonas de la experiencia estética que no siempre sabemos explicar.