Madrid, 1959. Una joven estudiante de Filosofía y Letras, recorre con emoción y asombro los pasillos y las aulas de la facultad donde se imparten las dos filologías –germánicas y románicas- de las que se ha matriculado con la oposición de su padre, porque “la universidad es un nido de rojos”. Y allí se va a meter de lleno en ese torbellino que su padre presiente, y de paso va a descubrir esa otra realidad que en la España de Franco, cerrada al mundo, es perseguida e ignorada. Marx, Bertold Brecht, Miguel Hernández, China, Cuba... la revolución. La cafetería y las aulas bullen de actividad, y la curiosidad, la sed de conocer, la emoción de la vida, embriagan a los estudiantes. Y también el amor. Primero un amor de camarada, de célula y militancia, comprometido, poco a poco agobiante. Y después el amor de verdad. El encuentro con un ser maravilloso llamado Marek, un profesor de literatura francesa, que la invita a descubrir a los poetas y los cantantes de su lengua, y un mundo que estaba en este, una ciudad, Madrid, secreta y encantadora frente a la ciudad de granito y autoridad. Con él desde entonces emprende una larga travesía de la vida que los lleva a vivir su amor en lugares como Varsovia, la Alsacia francesa, el Valle de Abondance en los Alpes franceses, París, Lisboa, Bruselas. Finalmente los amantes, 50 años después, regresan a España, y él muere.
Esta es la historia de una época, y de un mundo que pocos jóvenes españoles tuvieron oportunidad de conocer, pero sobre todo es un poema, un testimonio de agradecimiento a la vida y a una persona que hizo de esa vida una experiencia amable, delicada, culta y generosa.