Un día mi hijo me pidió 60 palabras. Con ellas, él creó 60 haikus, poemas breves inspirados por la emoción del momento. El día de mi cumpleaños recibí el primer poema; al día siguiente, otro, y así durante dos meses. Sin darme cuenta se avivó mi pasión por la escritura. Así nacieron estos 31 microrrelatos de no ficción creativa, que son como un caleidoscopio en el que se reflejan las vivencias de una niña, una adolescente y una adulta que después de viajar por el mundo, y trabajar unos años en Estados Unidos, pudo comprender que la grandeza de la vida está dentro de cada persona: da igual donde se encuentre, da igual lo que haga. Aprendió que la vida se vive mirando siempre al futuro sin miedo pero, para entenderla, hay que mirar al pasado para fortalecerse y renacer a cada instante.