La segunda crónica del arquero sin dedos nos lleva a la construcción del monasterio de Oña y nos sumerge en la vida cotidiana de la Edad Media sin esfuerzo, sin épica y con mucha retranca. Monjes, canteros, matones, putas, truhanes y nobles son las víctimas del sarcasmo de Güilliam, o de su violencia, para resolver un asesinato de habitación cerrada.