Las palabras de Irati Iturritza Errea y las fotografías de Erik Rodríguez Fernández quieren contar algo: pero ese algo pasa por significar, resignificar y estudiar el significado de lo también dicho. Tampoco era esto lo que quería decir nace de una amistad, de la lectura y de la relectura, de la voluntad de que el trabajo de una dialogue con el trabajo de otro, y desde ahí se adentra en el juego; en el afecto y sus posibles maneras de medirse ?o de no hacerlo?, en el afecto y sus aproximaciones. En estos poemas ?y en el blanco y negro de estas fotografías? conviven el asombro y la conciencia, el miedo y el silencio, el lenguaje y la poesía como terreno impreciso: la búsqueda de nuevas formas de nombrar. El cuerpo incendiado de un niño, una sonrisa que se difumina... ¿Es esto lo que queremos decir?