Este libro es una exquisita invitación a desarrollar –a través del arte y los principios de la filosofía taoísta– una visión de la naturaleza como algo manifiesto en nuestro propio ser. Se trata de comprender que los seres humanos somos naturaleza, tanto en su diversidad como en su integridad.
En un estilo sencillo, la autora nos expone la relevancia de establecer un vínculo fundamental entre el ser humano, el arte, la naturaleza y la espiritualidad. La pintura, la caligrafía y la poesía se entienden como vías de correspondencia con las que el artista y el observador entran en armonía con la naturaleza, a través de un estado de resonancia donde se desvanecen los límites del yo. Se abre, así, una vivencia profundamente humana de espiritualidad, como reflejo de la propia existencia.