Quiero romper al alba mi estatura,
mis cabellos, mis manos, mi alegría.
Quiero saber si ha de llegar el día
de merecer la vida o la basura.
Quiero saberlo por mi calle ardiendo,
quiero saberlo por tu nombre arriba,
quiero saberlo hasta la siempre viva
sangre que se me está siempre muriendo.
Ya nunca más seré niño conmigo,
quiero saber por qué se dio a la muerte
crecida Dios, amor o paz, amigo.
Ya salgo del taller con mi condena,
la agito como un pájaro sin suerte
llamado amor desde la antigua arena.
«Cuando ahora, como en este volumen y en los anteriores de su obra completa, se da noticia de todo lo que escribió y quedó póstumo, es cuando sabemos que de noche y de día nos estuvo engañando. Ese Padorno que se iba por las noches en busca de conversación y de tabaco se quedaba en realidad en casa escribiendo lo que ahora es un monumento de generosidad hacia los suyos, hacia su tierra y hacia la poesía. (...)
En este volumen hay unos versos suyos que dicen: “Dejé los libros sobre la misma / playa y comencé a leer en otro / libro abierto de par en par: la vida humana”. Quien toca este libro toca todos los libros de este hombre, y toca también su alma, su voz desgarrada, su fruto de mar, de océano vital inabarcable orilla.» Juan Cruz