Regla universal indirecta de la experiencia humana:
Con menos amor, más lamentos y disrupciones.
Con más amor, menos destrozos y violencias.
Somos seres hechos en y desde la ineludible convivencia y, sin embargo, es frecuente la experiencia de la violencia, del rechazo o la destrucción. Estamos hechos desde la raíz del amor y en muchas ocasiones nos maltratamos. Vivimos escasez de amor.
El amor, desde lo más biológico a lo más espiritual, es un intercambio entre recepción y donación. Mantenerse en el afán de recibir es la vertiente egoísta y cerrada. Proyectarse en la apertura es su manifestación espiritual, más humana.
Nos amamos cuando nos relacionamos desde el respeto, el compromiso y la donación. Ahí, nos aportamos seguridad y confianza. Desde ahí nos generamos felicidad y un buen espíritu.
El recuerdo permanente de que este asunto también es un reto educativo nos exige dedicarnos con energía a la proyección de elevar el espíritu, de mejorar la conciencia y nuestros intercambios verbales. Potenciar nuestro ser para hacer más concreta y valiosa nuestra realidad personal.
La propuesta del trans-humanismo auténtico es aprender a amarnos, siempre impregnada de un profundo afán de aplicación y actividad.
Qué podremos conseguir con esta obra:
Reconocemos como personas.
Hacernos personas en el amor y amarnos.
Entender a los otros como seres de valor en sí mismo.