La leyenda de Diana Vreeland está fundada en la revolución que supuso su visionario concepto de la edición y las exposiciones de moda, que en ambos casos marca un antes y un después y cuya influencia llega hasta nuestros días. Directora de Vogue en los años sesenta y más tarde creadora de las exposiciones de indumentaria en el Museo Metropolitano de Nueva York, estas memorias destilan su manera de tomarse la existencia: no le importaba tanto cómo era la realidad, sino cómo se mostraba. Entendía la edición como la voluntad de soñar, embellecer, sorprender y, en definitiva, hacer la vida más hermosa para disfrutarla al máximo.
Mujer hecha a sí misma, sin complejos y las ideas claras, su vida transcurrió entre el inmenso arco mental que va desde la época eduardiana hasta Andy Warhol. Sus recuerdos forman una sucesión de grandes y pequeñas historias, siempre excesivas, cuajadas de anécdotas y personajes famosos, divertidas y elegantes hasta en los reveses de la vida. La memoria editada de una vida exprimida.