Cosas que van y vienen, miradas perdidas en el parque, citas que nunca se concretaron, recuerdos de tiempos pasados que no volverán. Porque más que una mera crónica de la nostalgia, presenciamos acá la temperatura de una sensibilidad que se niega a dejarse arrastrar por el vacío de esas calles adocenadas y anónimas, pero que tampoco desea ser mero testimonio del hastío de una sociedad cansada de sí misma. En este nuevo libro, Rioseco se plantea la necesidad de poder decir ese límite que nos indica el vértigo de la derrota, ese vértigo que, si no es dicho, no existe, pero que el poeta, a pesar de todo, nos sondea para que prestemos oídos a lo que huye fugitivo entre los dedos de nuestra propia precariedad.