Poemas sin peso, pero de una densidad fulgurante, que en ningún momento intentan
imitar la forma inimitable del haiku japonés (pese a tantos intentos de imitación como
se han producido en nuestras lenguas occidentales desde el descubrimiento de este
género), sino que parecen haberse impregnado de un espíritu de discreta enunciación,
de presentación desnuda de la danza de objetos en la escena del tiempo, sin
inmiscuirse nunca con explicaciones o símbolos, relatos o imágenes distorsionadores de la frágil verdad que asoma en estos textos.