Los científicos ya conocen la huella bioquímica que pueden dejar en nuestro cerebro las discusiones crónicas de nuestros progenitores, su divorcio, una muerte en la familia, sufrir acoso escolar o novatadas o criarse con un padre o madre hipercrítico, alcohólico o enfermo mental. Estos traumas pueden conducir a diversos problemas de salud, como trastornos cardíacos, cáncer, enfermedades autoinmunes, fibromialgia y depresión. También sientan las bases de cómo serán nuestras relaciones con los demás, incluidas las de pareja, y de lo bien o mal que criaremos y protegeremos a nuestros propios hijos.
En un lenguaje accesible y cargado de sensibilidad, Infancia interrumpida nos desvela el camino de la recuperación y nos enseña, a través de testimonios reales, a reiniciar nuestra propia biología y ayudarnos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos a sanar las heridas del pasado.