La Encuesta Europea de Valores se aplica en más de cuarenta países europeos cada diez años con la finalidad de detectar tendencias en los valores, actitudes, percepciones de la ciudadanía europea y en los diferentes marcos culturales que la componen. Los resultados que se publican en esta obra corresponden a la quinta edición de la encuesta, cuyo trabajo de campo tuvo lugar entre finales de 2017 y principios de 2018. Consta de casi cien preguntas en torno a los valores de ciudadanía, valores que se agrupan en grandes dimensiones temáticas de análisis: la familia, el trabajo, las amistades, el ocio, la política, la religión, la satisfacción personal y la calidad de vida, las actitudes hacia los movimientos migratorios, el capital social, la solidaridad social, las identidades, etc.
Esta quinta nos muestra una sociedad española que empezaba a sentir el desahogo de las penurias de la crisis económica, pero que tenía muy próximo su recuerdo. Eso ha supuesto que persistan la incertidumbre y las precariedades pero que, a su vez, de la mano de un individualismo que se apoya en la defensa de la libre elección, asomen nuevas formas de solidaridad que reconocen a la persona vulnerable, como próxima, en una situación reconocible y de la que no es culpable, que provoca empatía y reconocimiento social. Persiste el individualismo, incluso en tiempos de incertidumbre, pero no es ajeno a la solidaridad social. Pero también nos muestra una España dual, que comparte de manera muy unánime determinados principios fundamentales, como el apoyo a la democracia o la legitimidad del estado de bienestar, pero que, en otros, nos recuerda que este país lleva siglos tratando de ensartar identidades diversas, ideologías duales y una estratificación social que no termina de ser igualitaria.