La obra de William M. Thackeray, universalmente conocida por La feria de las vanidades, es rica en tesoros poco conocidos por el lector medio, que convierten su producción literaria –junto con la de Charles Dickens– en la más representativa del realismo victoriano.
Entre estos tesoros sobresale su literatura de viajes, de gran riqueza tanto en la descripción de ciudades y paisajes como en las reflexiones que suscita en la imaginación de Thackeray todo lo que se encuentra en su camino.
En Diario de una travesía, a Thackeray no le pueden las concesiones al romanticismo, ningún adanismo le reconcilia con la “naturaleza” de los pueblos que visita.
Su retrato de Lisboa, Cádiz, Gibraltar, Atenas, Constantinopla, Jerusalén o El Cairo es tan sincero como mordaz, y justamente ahí reside su gracia, que con seguridad sabrá apreciar el lector desprejuiciado.
Esta edición incluye los dibujos que Thackeray preparó para la