Este homenaje llega a los lectores de EntreRíos de medio mundo para que todos sepan que sigues aquí eternamente: en la rosa, en la nieve, en la lluvia, en la estrella, en la espiga y en el mar. Porque te nombramos a cada instante con infinita ternura y eso será inamovible, este amor que has dejado grabado a fuego entre las gentes que te hemos conocido no tendrá final, sólo principio, descubrimiento, admiración y paz. Mucha paz. Has forjado un cariño perpetuo que es un río, Mariluz, y ahora caminas con tu padre. Ya eres libre, como tú querías. Libre y violeta.