Coco Chanel fue, ante todo, un ser independiente en una época en que la
mayoría de mujeres dependía económica y emocionalmente de los hombres,
y consiguió, a base de carácter y trabajo, transformar su primera tienda de
sombreros en la firma de moda más importante de la época, que más adelante
abarcaría también perfumes (el mítico Chanel n.º 5), accesorios y productos
de belleza. «La moda pasa, el estilo permanece», dijo Chanel en 1938, y el suyo
era fácil, práctico y hecho para las nuevas mujeres deportistas, independientes,
trabajadoras y hedonistas. Tras la II Guerra Mundial, su elegancia, su carisma y
el apoyo de iconos del estilo como Romy Schneider o Jacky Kennedy elevaron su
figura a la categoría de mito.