A bote pronto, una rueda de reconocimiento puede convertirse en un auténtico “casting criminal”, antes de que un reo se defina como una “palabra bisílaba carente de libertad”. Hay quien, en la reconciliación, observa un “abrazo pendiente” y en la “ratio decidendi” de un pleito “el argumento central de una sentencia oculto entre el follaje restante”. Por no hablar de la póliza, que llega a convertirse en un “contrato que puede no asegurar nada” o, incluso, de la poligamia, bien entendida como “inversión amorosa diversificada”.
Algunos conceptos son pretendidamente complejos como el de Dominio-Público Marítimo Terrestre, frente a la sencillez coloquial de cualquier “costa”, antes de abordar la severa excomunión, definida como “falta máxima o penalti caído desde el cielo”. Ojo también al fiador, pues suelen ser “personas que garantizan algo, de las que no te debes fiar”. Y cuando se trate de un proceder ejemplar, evitemos la pérfida “diligencia del buen padre de familia”, siendo siempre preferible la diligencia de cualquier madre.
Este diccionario pone del revés las palabras del Derecho, mediante la sátira y el giro espontáneo a centenares de términos. Con seguridad, no será útil para aprender Derecho, pero sí para lanzar al viento unas carcajadas a costa de nuestro complejo y desfigurado ordenamiento jurídico.