Giulia Clément tenía un hermano, Paul. Era un pianista prodigioso, con una carrera precoz que les hizo distanciarse cuando aún eran muy jóvenes. Paul desapareció en Berlín en 2001, justo antes del que habría sido el concierto más importante de su trayectoria. Giulia jamás volvió a verlo; solo siguió sabiendo de él por las postales que Paul le enviaba una vez al año. Su marcha dejó en ella un hueco que nunca fue capaz de rellenar y un sentimiento de culpa al que solo consiguió sobrevivir abandonando su prometedora carrera como pintora.
Once años después de la desaparición, Giulia recibe una llamada que le anuncia la muerte de su hermano. Viaja a Montmerny, un pequeño pueblo de la Provenza francesa infestado por una plaga de escarabajos tigre y, en ese diminuto lugar con más insectos que personas, Giulia descubre a través de la mirada de otros, los que llegaron a conocerlo tanto como ella habría querido, quién era realmente su hermano y cómo era la vida que se construyó sin ella.