A lo largo de la historia, las joyas no sólo han servido como meros elementos decorativos fruto del despilfarro o la frivolidad del ser humano, sino que han sido y son objetos íntimamente ligados a la vida de las personas por otras muchas razones. Deben estudiarse como una fuente para la explicación de la sociedad, donde aspectos fundamentales en la consecución de los acontecimientos, como las relaciones sociales, comerciales o políticas; el comportamiento de los seres humanos, las modas y las tendencias; las costumbres o la propia religiosidad, quedan perfectamente reflejados en las mismas, pudiéndose comprender sus particularidades a través de ellas.
Las alhajas han actuado como testimonio primordial de devoción para los fieles con respecto al caso particular de las imágenes marianas, así como de la religiosidad popular vista desde un punto de vista global. Para ello el exvoto ha jugado un papel imprescindible como herramienta de correspondencia y agradecimiento al favor recibido, tras las oraciones de súplica del fiel a la imagen venerada.
Estos objetos ofrecidos a María, van a ejercer de complemento a la iconografía de la Madre de Dios como Reina del Cielo, que junto con sus ricas vestimentas y el resto de aditamentos y atributos propios de su poder terrenal, ayudarán a presentarnos a la Virgen en Majestad, exultante, como Mujer perfecta y Modelo de creyentes.