Basquiat nació de una mezcla de dos etnias tradicionalmente discriminadas en Estados Unidos: la puertorriqueña, por parte de madre; y la haitiana, por parte de padre. Siendo adolescente, ya se dedicaba a la música y a intervenir edificios y paredes del Soho Manhattan bajo la firma «SAMO» (SAMe Old shit). Una dura crítica al país donde nació y al lugar, mínimo, reservado a los negros (como él mismo se denominaba) y a la alteridad. En este tributo, que el escritor y ensayista Koffi Kwahulé traza a base de tags y de voces que se suceden y se pisan frenéticamente, la música y la danza constituyen una parte fundamental de un texto que puede leerse como una partitura polifónica, al tiempo que es un testimonio sobre lo artístico entendido como crítica social del sistema de exclusión.