M.A. es una mujer activa, acostumbrada al trabajo, al estudio y a relacionarse con unos y otros. Después de graduarse en económicas y de buscar trabajo en vano, conoce a François –su Monsieur Bovary- que le ofrece estabilidad, algo que ella echaba en falta, y un proyecto con casa, hijos y futuro; M.A. considera que a su edad ya debía considerar esas cuestiones. M.A. acepta entrar en la rutina de horarios, de previsiones absolutamente banales; acepta la responsabilidad del hogar y la vida ordinaria. Pero pronto aparecerá el aburrimiento y barrerá con todo, con las esperanzas, los proyectos y casi con los recuerdos. Entonces M.A. empezará a entenderlo todo, a comprender que no hay salida, que ahora su libertad consiste en poder elegir la marca del yogur y poco más.