En Hijas de Eva, todo ocurre allá por el año 1917, cuando Fausta y Rosilda, primas hermanas nacidas con el siglo y que crecieron en pueblos alejados sin llegar a conocerse, coinciden como aspirantes al monjío en un asilo de huérfanas de Valencia, adonde han ido a refugiarse huyendo del infierno de sus respectivas familias. Pero pronto aprenderán que aquél tampoco es el piadoso rincón de paz y recogimiento del que les habían hablado y que la realidad transcurre por senderos muy distintos. Toman la decisión de unir sus destinos y se escapan. Solas, sin dinero, condenadas a vagabundear sin rumbo, pero con la firmeza de quienes buscan la felicidad, la casta Fausta y su avispada prima Rosilda emprenden un camino difícil, en el que se encuentran con toda suerte de curiosos personajes, como ellas formados en la dura picaresca de la supervivencia, o salidos de ella más con malas que con buenas artes. Entre aventuras y desventuras, ¿alcanzarán al fin Fausta y Rosilda la meta que persiguen en ese «valle de lágrimas» al que parecen estar predestinadas?
Haciendo apología de la ruptura con el pasado como único escape de esa «cárcel de perdedoras» en que suele convertirse la vida de la mujer, Manuel Talens urde una historia a medio camino entre la novela picaresca y la crónica de una educación sentimental.