Hará pronto diez años, cenando con José M.ª Carandell, surgió en la conversación el eterno problema de la familia. «Ya no somos ni mucho menos adolescentes», decíamos ya por aquel entonces, «hace tiempo que no dependemos de nuestros padres y, aun así, todavía nos preocupa este problema : porque, pese a todo, seguimos sintiéndonos aislados en los nuevos núcleos familiares que hemos formado, porque comprobamos que la convivencia feliz con una sola persona es un cuento de hadas, porque hemos perdido muchos años para sacudirnos los prejuicios que habíamos heredado, porque nos encontramos encasillados, en fin, porque sabemos que la familia, tal como está organizada ahora, es un invento reciente que nació tan sólo en el siglo pasado con la revolución industrial.»
Carandell había escrito ya por aquella época varios artículos sobre las comunas como alternativa a la familia. La idea de este libro salió, pues, prácticamente por sí sola de aquella cena entre amigos. Diez años después, aunque nuestros hijos vivan hoy preocupaciones distintas a las nuestras, el problema de la pareja, de la convivencia en común, ya sea ésta familiar o tribal, sigue vigente, y la experiencia de aquellas comunas de los años sesenta continúa aportando sugerencias a la actual vida cotidiana de jóvenes y «carrozas». Por este motivo, pedimos a José M.ª Carandell que, en este décimo aniversario, escribiera un texto, a modo de prólogo a este séptima edición, que él tituló : La experiencia personal de una experiencia, en el que mira atrás con desenfadada nostalgia, reflexionando, a partir de su propia experiencia, sobre la evolución de la idea de las comunas a través de los años setenta hasta hoy.
La pregunta que entonces todos formulábamos : «¿Cómo conseguir un cambio total si no logramos primero cambiar radicalmente nuestro propio modo de vida ?» permanece hasta ahora sin repuesta. Por lo tanto, este «informe» no ha quedado desplazado por el tiempo, sobre todo porque el autor, con la lucidez de quien no cree en verdades absolutas y eternas, aún suscribe sus palabras de entonces : «Este libro no es fruto de una convicción, sino de un problema no aclarado, y sólo ahí se ve la objetividad del “informe” es un espejismo». . .