A lo largo de más de cincuenta años, Michael Leiris ha distribuido su atención entre la antropología, la crítica de pintura y la creación literaria. Todas esas actividades no han tenido sino un solo objetivo : observarse a sí mismo, escrutarse, rasgarse, y, a través de esa rasgadura, que él compara a la cogida del toro, liberarse.
¡La literatura, pues, convertida en una tauromaquia y en una psicotécnica ! No basta se escritor, hombre de letras. Todo eso resulta tedioso y desvaído. Carece de peligro. Leiris debe sentir, cuando escribe, algo semejante a la certeza que tiene el torero de arriesgarse a ser empitonado mortalmente. Sólo entonces merece la pena escribir. Pero, ¿cómo puede entonces el escritor alcanzar ese violento sentimiento del peligro mortal ? Mediante la exposición de sí mismo, mediante la no defensa de su personalidad, mediante la propia persona expuesta en la línea de fuego. Y cuando ese acto sangriento está bien ejecutado se convierte, pese a su deseo de negación de lo literario, en auténtica literatura.
Gran escape de nieve podía ser vertida a una lengua distinta sólo por otro poeta. Ana María Moix lo ha logrado magistralmente. A partir de la primera corrida de toros vista por Leiris, en 1927, «carnicería repugnante» de la que fue «testigo deslumbrado», nace este texto delirante, desmesurado y preciso, lleno de ambigüedades y revelaciones, donde el autor pugnaba ya por desnudarse a través de visiones oníricas y datos concretos, y que seguramente fue el germen de ese clásico del siglo XX, La edad del hombre, al que sirve de introducción La literatura considerada como una tauromaquia.