La ciencia natural del hombre es conocido hoy como el «manuscrito de Rusia» porque, aunque el plan general de la obra ya estuviera esbozado cuando Konrad Lorenz ocupaba en Königsberg la cátedra Immanuel Kant, de hecho lo redactó en durísimas condiciones durante los años 1944-1948 en que estuvo prisionero en los campos de trabajo de Kírov y Eriván, en la URSS. Lo escribía sobre papel recortado de sacos de cemento y, por supuesto, clandestinamente, sin poder consultar bibliografía alguna ni contrastar ideas con nadie. Dado por perdido desde 1963, el manuscrito no volvió a aparecer hasta 1991 en un rincón de su biblioteca de Altenberg. Su editor alemán lo sacó a la luz en 1992, en una cuidada edición de Agnes von Cranach, hija y colaboradora de Lorenz, que es la que hemos utilizado para esta traducción al castellano.
En una declaración de intenciones introductoria, Lorenz define esta obra como «el primer intento de presentar con coherencia una reciente y peculiar rama de la investigación biológica cuyo objeto está constituido por el aspecto más vital del mundo animado : el comportamiento de los seres vivos».
El objeto no es, pues, la sicología animal, aunque gran parte del libro trate de animales, sino, en el fondo, el hombre mismo. Según Lorenz, en la estructura del pensar, sentir y actuar humanos permanecen las huellas de sus antepasados animales, huellas ineludibles a la hora de examinar y comprender importantes fenómenos sicológicos y, sobre todo, sociológicos.