El título del libro -tomado de la Ghost Opera del compositor chino Tan Dun- sirve de punto de partida para explorar el territorio del poema de un modo original, en sentido etimológico. La ópera fantasma regresa así a la palabra después de un periplo por el mundo de la música (de Bach a Gorecki, de Hildegard von Bingen a Arvo Pärt) pero también de la pintura (Odilon Redon, los Nabis, Remedios Varo), de la etnología y el ritual (como lo entendía Artaud), para reencontrarse con la poesía, en un camino igualmente.